sábado, 5 de marzo de 2011

Tiempo de cuentos

(Ignacio Martínez Pisón, Partes de guerra, RBA Libros, 2009)



No existe diferencia sustancial alguna, por lo que a la naturaleza del relato se refiere, entre una novela y un cuento, como no sea eso sí la diversa longitud o extensión del escrito y las consiguientes secuelas de un hecho como éste. Ya sé, sin embargo, que tan terminante afirmación no es compartida del todo por la crítica, dispuesta siempre a enumerar un buen puñado de razones técnicas que obligan a distinguir entre una y otra modalidad de la narración en prosa. Yo en cambio considero que la distinción es tan sólo convencional y que la brevedad sigue siendo una guía racional y relativamente segura (por no hablar de novelas cortas y de cuentos largos) para atribuir su condición debida a una obra de ficción, aunque no sea lícito por cierto recabar certeza y exactitud de los productos del espíritu. Cuánta enjundia y magnificencia literarias se hallan verdaderamente en cuentos imprescindibles, de Poe, Chéjov o Maupassant sin mucho rebuscar, en tanto que una pléyade de novelas pretenciosas exhiben su insufrible nadería a lo largo de centenares de páginas escritas en todas las lenguas, y aquí no voy a poner ejemplos, por lo que pido disculpas ante la falta de simetría en el discurso.

Pero, hablemos de cuentos y del idilio que el género parece sostener en el presente con el público lector, si se me permite la contradicción. Decía hace poco el flamante ganador del concurso internacional de cuentos Miguel de Unamuno en su última edición que nuestro modo de vivir contemporáneo, entre la prisa y el ajetreo sin mesura, que apenas libera tiempo para el cultivo intelectual de los adultos, debería entronizar al cuento y a su breve propuesta de deleite como señor del entretenimiento (la idea es suya, las palabras mías). Sea como fuere, y no sé si tendrá razón o no, otro día volveré sobre este asunto.

Por el momento, me contentaré con recomendarles un excelente libro de cuentos que se acaba de publicar. Ignacio Martínez de Pisón ha recogido, bajo el título Partes de guerra (RBA Libros, 2009), una antología de treinta y cinco relatos de algunos de los mejores escritores de ambos bandos de nuestra guerra civil, desde Arturo Barea o Max Aub a Edgar Neville o Luis López Anglada, además de otros posteriores, con el original propósito de componer una narración colectiva y sinfónica sobre la contienda y la rúbrica de la calidad literaria como soporte general.

Manuel Carlos Palomeque

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